Sapos

El mundo publicitario nos recuerda todo aquello que no somos, todo aquello que no tenemos, todo aquello que si pensáramos seriamente por un instante seguramente lo encontraríamos innecesario; pero las mentes son tan susceptibles que caemos hipnotizados en el mensaje abrumador de la publicidad, y cual insecto cegado por la luz, nos obsesionamos por encajar, por pertenecer, y no siempre medimos el costo; no importa lo que hagamos o lo que tengamos, siempre queremos más, siempre habrá algo que querremos alcanzar para no dejar de pertenecer; a un mundo al cual nunca seremos invitados.
Sapos nos sumerge en este mundo al cual todos pertenecemos, padecemos y en el competimos, sabiendo que nunca ganaremos. En esta comedia satírica tenemos a estas cuatro mujeres que están luchando en un mundo de hombres, jugando con ambición y vanidad, tratando de alcanzar un estándar que incluso a ellas les es negado, no por capacidad, sino por ser mujeres, esa incapacidad que consumimos desde pequeños en nuestra casa, las nenas lloran, juegan a las muñecas, y aprenden a limpiar, son inferiores; todo eso que luego en la vida adulta lo padecemos y consumimos, en el colectivo social, y en las publicidades que nos recuerdan día a día, que la mujer es tonta, limpia, cuida chicos, es ama de casa y sobre todo que una mujer nunca estará a la par del Hombre.

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