Bitnus

A partir del texto poético -desnudo, sin florituras- "Bitnus" (Editorial Horda), de la dramaturga y poeta argentina
Luz Pearson, la puesta de Magy Ganiko asume el desafío de entretejer la palabra y la danza como dos materialidades del cuerpo, en una traducción al espacio de una obra que presenta en la escena artística una nueva manera de asumir la palabra y
el deseo en la mujer.
El libro pelea una batalla por sentir el cuerpo pixelado, la obra se sitúa entonces entre dos cuerpos, el real y el virtual, líneas nebulosas de una frontera confusa que construímos en una escenografía alucinatoria, lumínica, juegos mentales de
distancias y colores.
En el cuerpo partido de una sola intérprete, Carla Pezé di Carlo, BITNUS cuenta las relaciones amorosas de una mujer que vive en dos ella. Una se encuentra con un hombre en el espacio de un chat, tienen su relación sexo-a-morosa casi totalmente a través de la pantalla y una cámara, son voyeristas. Se ven, se leen, ¿se tocan? Comunicación caliente que de a poco la consume, gasta sus ganas de amar.
La otra ella es Bitnus, su alter ego, una mutación en ser mitológico, su autodefensa. Bitnus no ama, ella convoca al Fauno, y así borra todo rastro de dolor: "Si deseo Fauno pido Fauno. Cuando no amo, me obedezco".
En un cuarto despojado como una hoja de papel, el lenguaje verbal y físico es directo y altamente poético, se escriben otras formas de rimar el movimiento.
Nuestras contradicciones al encontrarnos se manifiestan en el cuerpo, sudamos, nos retorcemos en la búsqueda del otro idealizado: "Hola, ¿estás? ¿No?".
La obra habla del vacío, del estar conectado pero no con uno mismo. Fauno o chatero, ella corre el riesgo de dejar de lado lo único que importa, su propia señal.

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